De los sacerdotes franciscanos notables que formaron parte de la evangelización de la Araucanía estaba el fr. José Miguel Urrutia que había sucedido en la misión del reconstruido fuerte Tucapel al infatigable p. Buenaventura ortega. Recorriendo el territorio araucano para establecer nuevas misiones, encontró a Lautaro absolutamente desprovisto de apoyo religioso. El poblado estaba creciendo y había sitios disponibles. El fr. José miguel se dio a la tarea de solicitar dos sitios muy bien ubicados y a principios del año 1892 llegó el documento de cesión de dos manzanas dentro del plano urbano, firmado por Horacio Etchegoyen, inspector general de tierras y colonización. El Fr. José miguel Urrutia no perdió tiempo, tomó posesión de los predios, y con fecha 11 de febrero de 1892 deja asentado que se funda la misión franciscana nuestra señora del Carmen de Lautaro. El mismo p. Urrutia inició la construcción de una capilla y otro edificio anexo para casa misional y que serviría también como escuela, se trabajó con tanto entusiasmo y tesón que en el mismo año, día 25 de diciembre, navidad, la capilla fue bendecida, con la asistencia del prefecto de misiones, p. Buenaventura ortega y los sacerdotes Luis Uribe y Diego Venegas. Se contaba entonces con la infraestructura mínima para recibir alumnos y efectuar los oficios religiosos.
En 1896 dejó la misión de Lautaro, el laborioso fr. José Miguel Urrutia, cumplida ya una exitosa labor y asume la mision el p. Bernardino Carrasco quien igualmente hace una abnegada labor para el progreso de la iglesia.
El 19 de septiembre de 1917 en presencia de superiores de la orden y del 1° alcalde de Lautaro, José Moya se procedía a bendecir la primera piedra del edificio para el actual templo san francisco. Este fue diseñado sin torre; por tal razón, después de concluida la obra se inició una campaña para construirla siendo levantada con aportes del vecindario en 1936.
En los años siguientes un fuerte movimiento del pueblo católico franciscano inició una campaña destinada a otorgarle al convento san francisco la calidad de parroquia. Y así fue que después de exponer los antecedentes y pruebas del trabajo que realizaba, las diócesis se accedió al clamor de los lautarinos y en mayo de 1967, se declara parroquia al templo San Francisco de Lautaro.
Situación contextual: se emplaza en una de las esquinas de mayor reconocimiento urbano de la ciudad enfrentando la plaza Jorge Teillier, en cuyos bordes se congregan importantes edificios públicos, como el gimnasio municipal, colegios, ex municipalidad, las dependencias de carabineros de chile y otros de administración pública, lo que le otorga un fuerte carácter de congregación publica al contexto que circunda la iglesia, condición que fortalece el simbolismo cristiano y presencia del edificio.
Orden volumétrico: la simpleza formal del edificio radica principalmente en el carácter de las congregaciones franciscanas. Un solo cuerpo volumétrico techado a dos aguas compone el edificio el cual se articula en uno de sus extremos con el campanario que otorga tensión vertical a la fachada principal condición que define y realza el acceso a la iglesia. Como ornamento solo sobresalen del plano que conforman las fachadas las columnas marcando un ritmo de repeticiones que la modulan hacia la calle, detalles neoclásicos en bajo y alto relieve coronan el remate superior de cada columna. Un volumen lateral de dos pisos de altura el cual albergaba la antigua escuela de la misión franciscana, se adapta al conjunto sin interrumpir su línea arquitectónica.
Orden espacial: se compone a partir de una nave central de mayor altura contenida por una bóveda que envuelve el espacio y lo direcciona hacia el altar. Dicha direccionalidad se refuerza por las naves laterales que se definen a través de las columnas que limitan el espacio y otorgan un ritmo en la percepción de este, reforzado también por los arcos de medio punto que se apoyan sobre las columnas.
Tres puertas dispuestas una en cada nave conectan con el atrio de acceso o espacio de transición que realza su calidad espacial también por los arcos que configuran el cielo.