Sobre la data exacta de construcción de este molino no se tienen datos precisos pero en un relato histórico escrito por uno de los hijos de una de las primeras familias alemanas que llegaron a colonizar el poblado de Quillen de apellidos Horstmeier Pool Wehrhahn se cita a este molino hacia el año 1885. Al respecto:
“El molino para moler el trigo era del sr. Julián Voigt de Lautaro, pero este caballero no quería moler maquila, solo se dedicaba a comprar grano. No quedaba otra solución que ir a victoria, pero allá solo se chancaba por lo tanto uno tenía que arnerearlo en la casa para sacar el afrecho. Tampoco se maquinaba el trigo antes de chancarlo, por lo que al comer el pan uno se encontraba con algunas sorpresas” (1)
“Era a mediados de 1890 cuando les comuniqué a mis padres que no tenía ganas de seguir en el campo, lo que producían las 40 hectáreas alcanzaba solamente para vivir, pero pensar en ahorrar era impensable y más aun agrandar el predio. Para mi padre, vender el campo y comprar uno más grande no estaba en su mente, así que un cierto día decidí probar suerte e irme a Lautaro a trabajar por un sueldo; así fue que comencé a trabajar como aprendiz en el molino de piedra del señor Julián Voigt. El sueldo era de $ 15,00 con comida. Mi jornada era de 18 horas, me explicó: de las 8 horas de la mañana hasta las 2 horas de la madrugada y para poder salir un domingo tenía que conversarlo con alguien que me reemplazara. Para darme esta licencia tenía que trabajar el domingo siguiente las 36 horas de corrido. Así fue durante un tiempo, hasta que cierto día el primer molinero y el segundo molinero ambos alemanes presentaron ante el señor Voigt un ultimátum: “en este mismo instante dejamos de laborar o trabajar si de hoy en adelante no se cambia el horario de trabajo de 18 horas a 12 horas. Fue sorpresa para nosotros ya que este caballero aceptó nuestra propuesta e incluso nos aumento el sueldo $ 10,00 más.”(1) la historia de la colonización alemana en Quillen.
Esta colosal estructura de madera se mantuvo en funcionamiento hasta el año 1998, y una de sus principales riquezas lo constituyen las antiguas maquinas de molienda que datan de principios de 1900, todas traídas de Europa, transformándose ahora en piezas de reliquia de un incalculable valor histórico lo que transforma al edificio en un verdadero museo de la harina que nos transporta a la época en que la región lucia con orgullo el título de el granero de Chile.
Situación contextual:
El molino se emplaza como un elemento aislado en el remate de calle Vicuña Mackena con el rió cautín el cual enfrenta y domina en posición diagonal al sentido del terreno donde se funda. Los terrenos de la propiedad donde se ubica el molino correspondieron a la quinta n° 2 del plano de la ciudad del año 1900 que distan a una cuadra del centro y plaza de armas de Lautaro, condición que contribuye a su localización y presencia urbana debido a la cercanía de este a vías importantes que pueden potenciar una propuesta para sitio turístico e histórico.
El edificio se alza como un elemento monolítico en donde predomina el lleno sobre el vació conformándose a partir de un solo cuerpo cúbico de cuatro pisos de altura con una cubierta a dos aguas que cierra el volumen total. Esta colosal estructura de madera, simple y simétrica realza su altura por la esbeltez que toma la forma más larga que ancha lo que realza su verticalidad. Pequeñas ventanas más altas que anchas dispuestas en las fachadas laterales definen un ritmo de repeticiones que delatan las distintas alturas del edificio. Cuerpos de menor altura se han adosado al volumen mayor inicial todos sin un orden formal aparente que solo han respondido a la necesidad de extender el programa del edificio.
La espacialidad interior responde al uso industrial del edificio y se conforma a partir de un sistema de plantas libres con una pilarizacion estructural que recorre la mitad de la planta en todo el largo y alto de este. Dicha organización espacial se repite en todas las plantas que albergan el programa, pero su principal valor espacial lo definen las antiguas maquinas de molienda, que dan cuenta del orden y función marcando distintas zonas o estaciones, definiendo las circulaciones y los espacios de trabajo y marcando todo el proceso de producción de los cereales.